Los ajedrecistas deben creer en el ajedrez. Deben creer en sus propios cálculos. Korchnói dijo en cierta ocasión que otro veterano gran maestro, Yefim Guéler, era un buen atacante “pero calcula variantes mal”. Guéler, decía, “gasta mucho tiempo, y a menudo no cree en sí mismo”.
Todos conocemos jugadores como Guéler. Revisan y revisan sus variantes, y luego juegan algo completamente distinto porque no creen en sus propios análisis. En el ajedrez de competición hay otra cuestión: ¿debemos confiar en nuestro adversario?
Este asunto fue ampliamente debatido tras una partida del Encuentro de Candidatos de 1965 entre Mijaíl Tal y Bent Larsen. Con empate en el marcador, la partida comenzó 1 e4 Cf6 2 e5 Cd5 3 d4 d6 4 Cf3 dxe5 5 Cxe5, y entonces el danés jugó 5 ... Cd7!?