Thomas Paehtz - Fernández
Albena (Bulgaria), 1989
Juegan las blancas
A lo largo de este libro investigaremos por qué los maestros calculan mejor que los principiantes. La mayoría de quienes no juegan al ajedrez -y muchos de los que sí lo hacen- creen que la mayor diferencia consiste en cuántas jugadas pueden anticipar. “El maestro puede prever diez jugadas; el aficionado quizá sólo dos”, es una opinión común.
Pero un célebre estudio de Adriaan de Groot, psicólogo y maestro de ajedrez holandés, puso de manifiesto que un elemento clave es la habilidad del maestro para reconocer esquemas de piezas. Un maestro puede reconocer rápidamente la situación de las piezas en una posición particular, dividiendo el tablero en cuatro o cinco partes2. Cada una tendrá ciertas características que él recuerda de otras partidas y posiciones. (Nos referimos a posiciones “normales”. Los maestros no muestran ningún tipo de superioridad para memorizar posiciones extrañas, como las de las composiciones. Tales posiciones no guardan un orden racional ni tienen “significado” para ellos.)
Muchas configuraciones de piezas bien conocidas, cada una de ellas con un número de casillas que va de cinco a dieciséis, pueden ser consideradas “tácticamente neutrales”. En ellas no ocurren demasiadas cosas. Un ejemplo típico es una posición normal de enroque con fianchetto: rey en ‘g1’, alfil en ‘g2’, caballo en ‘f3’ y peones en ‘h2’, ‘g3’ y ‘f2’.
Pero otras muchas configuraciones contienen ideas tácticas, que los maestros reconocen con mucha mayor rapidez que los aficionados. Esto es especialmente cierto en el caso de debilidades en el campo contrario.
Al principio, un aficionado podría fijarse en el equilibrio material sobre el tablero o en si algún bando está en jaque. En cambio, un maestro se centraría en otras cuestiones, especialmente en las diagonales abiertas que apuntan al rey negro. Poniéndose en el lado de las blancas, pensaría inmediatamente en colocar una pieza que diera jaque -un alfil o la dama- en algún lugar entre ‘a2’ y ‘e6’. Es una pena, se diría, que el alfil esté clavado.
Un aficionado podría omitir la idea por completo, o bien podría querer olvidarse de ella tras una breve búsqueda de procedimientos para eliminar la clavada contra el alfil. El maestro, en cambio, tendrá su atención tan fija en esa diagonal de casillas blancas, que seguramente buscará y buscará hasta encontrar el movimiento ganador. Es 1 Da2!!, y una vez que damos con él la posición parece sencilla.
Según De Groot y otros, los maestros pueden asimilar muchas más configuraciones que quienes no lo son; algunos afirman que retienen más de 50.000 posiciones modelo en sus cabezas.