Los “peones doblados” no son intrínsecamente débiles, con la excepción evidente de aquellos peones doblados y aislados. Los peones doblados integrados en un racimo de peones pueden resultar perfectamente satisfactorios a efectos defensivos. Su principal problema es la falta de potencia a efectos atacantes. En primer lugar, cuando avanzan pueden dejar importantes agujeros en su territorio anterior. En segundo lugar, existe el problema de que no puedan crear un peón pasado a partir de ciertas formaciones con peones doblados. Una línea que antes se jugaba mucho, en la Variante del Cambio de la Ruy López, es 1 e4 e5 2 Cf3 Cc6 3 Ab5 a6 4 Axc6 dxc6 5 d4 exd4 6 Dxd4 Dxd4 7 Cxd4. Aunque la partida acaba de comenzar, han quedado establecidas ya las respectivas formaciones de peones: en el flanco de rey, las blancas tienen una mayoría de cuatro contra tres, y se trata de una mayoría “móvil”, es decir, que las blancas pueden, si lo desean, crear un peón pasado en ese sector. En el flanco de dama las negras también tienen una mayoría de cuatro contra tres, pero se trata de una mayoría estática. Es buena a efectos defensivos, pero no muy útil a efectos ofensivos. Si las blancas juegan correctamente sus peones en el flanco de dama, no hay manera de que las negras puedan crear un peón pasado en el sector. Por ejemplo, si se cambian los peones de las columnas a y b, las negras quedan con dos peones y las blancas con uno, todos ellos en la columna c, de modo que en la práctica las negras no han conseguido nada. No hay duda alguna, por tanto, de que tras 7 Cxd4 las blancas se han quedado con una formación de peones superior. Como compensación, las negras deben tratar de abrir líneas y darle un buen desarrollo a sus piezas, en particular a su pareja de alfiles.