Partida española
Para el aficionado nada es más frustrante que ver acabar una partida entre grandes maestros en tablas después de algunas jugadas, al encontrarse los jugadores satisfechos con el medio punto. De ahí viene un cierto prejuicio contra las partidas tablas.
Sin embargo, tal resultado sólo se obtiene a veces después de un verdadero combate en el transcurso del cual los dos adversarios despliegan todo su ingenio para intentar vencer. Es el caso de esta partida formidable denominada en la época , que, aunque acaba con el reparto del punto, es uno de los enfrentamientos más bellos y duros que se han producido sobre el tablero.
Muy pronto, los dos protagonistas intercambian jugadas de una agresividad inaudita; cada una de ellas parece mortal. Pero, cada vez, la réplica es también lo bastante fuerte. Entre la concurrencia que siguió esta partida en vivo se oían alternativamente las frases: , , ...
Después de la tormenta, el suspense queda intacto en un final de una precisión magistral en el que ninguno de los jugadores llega a inclinar la balanza a su favor y la nulidad no es más que una justa conclusión.