Al comentar la partida Botvinnik - Konstantinopolsky (véase página 28), llegamos a la posición que se muestra en el diagrama 44, que nos comprometimos a investigar en el momento oportuno.
Ya hemos dicho que las blancas tenían mejor juego, sin debatir en profundidad las razones que nos movían a pensar así. Como dijimos, la mayoría blanca de peones en el flanco de dama ha perdido su significación. El hecho de que las blancas puedan obtener un peón pasado en la columna c, después de a4 y b4-b5, no tiene, ciertamente, mayor importancia que el hecho de que las negras ya cuentan con un peón pasado en d5.
De modo que ¿por qué es superior la posición de las blancas? Lo es porque las negras tienen un alfil malo. Detengámonos en el significado de esta expresión. El alfil negro de d7 es malo porque sus propios peones de c6, d5 y f5 restringen su movilidad. Los demás peones no restringen al alfil y podríamos preguntarnos dónde comienza la “inferioridad” del alfil, ¿cuándo uno, dos o tres peones obstruyen su juego? No hay una respuesta concluyente a esta pregunta, pero puede decirse que el mayor inconveniente a la movilidad del alfil se deriva de los peones centrales, es decir, de los peones c, d, e y f. De esto resulta que el término “alfil malo” no es un concepto precisamente definido y que hay grados de “maldad”. Si, por ejemplo, en esta posición no hubiese un peón en f5, el valor del alfil mejoraría considerablemente, y en el caso de que tampoco existiera el peón d el epíteto “malo” difícilmente sería aplicable.
Al mismo tiempo, esto indica el tipo de posición a que deben apuntar las blancas: a fin de mantener el alfil contrario tan “malo” como sea posible, no debe permitirse que los peones que obstaculizan su juego abandonen sus respectivas casillas. Es decir que, en este ejemplo, se trata de impedir que las negras realicen los avances ... f4 y ... d4.
Indicaremos ahora el ulterior desarrollo de la partida, que la que podremos extraer conclusiones adicionales.